Conocí a Vera Primavera en Ibarra, Ecuador, durante la sexta edición del EARQ (PUCE-SI). Una graffitera y tatuadora con un trabajo que gira en torno al misticismo, la magia, la intimidad y la mujer en la ciudad.
Habiendo pintado murales por alrededor del mundo, en ciudades como Chihuahua y CDMX en Mexico, Bogotá en Colombia, Quito, Cuenca y Ambato en Ecuador, Trier, Limbach-Oberfrohna y Mühldorf en Alemania, Viena en Austria, Esch-sur-Alzette en Luxemburgo, Lyon y Saint-Dié-des-Vosges en Francia, New York y Harrisburg en Estados Unidos y Loures en Portugal, propone en nuestra siguiente conversación, un mensaje sobre como la sociedad percibe la feminidad.
¿Qué te inspiró a pintar en los espacios públicos?
Fue transitar la ciudad, observarla, y descubrir el graffiti y su lenguaje encriptado a través de los "tags" o firmas que dejan los grafiteros. Me obsesioné con este lenguaje, estuve mapeandolo y añorando ser parte de los malandros que intervenían y se apropiaban de la ciudad dejando su marca.
¿Los graffitis y murales, para ti tratan sobre un trabajo efímero?
Pienso que si y no. Son efímeros porque físicamente están sometidos al paso del tiempo en la calle: al sol, la lluvia, el viento, que los van transformando, a las intervenciones de las personas, entre otros. Pero por otro lado son parte de las ciudades para siempre, no hay ciudad en el mundo actualmente que no tenga graffiti y por más represión y leyes que se establezcan es un movimiento imparable, sin una cara específica. Además, de forma paralela a este movimiento, ha surgido otro de registro, que toma fotografías, colecciona, organiza visitas a murales, recorre las ciudades en base a sus intervenciones callejeras, hace documentales, etcétera. Viéndolo así, pienso que no es efímero, que la marca que deja en las ciudades está aún evolucionando y tiene un largo camino antes de agotarse.
¿Por qué dibujas principalmente mujeres?
Pinto mujeres como una forma de reclamar el espacio visual de la mujer en la calle. Por décadas nuestra imagen ha sido utilizada para vender, distorsionándola al antojo del mercado; para mi esto tiene una afectación en nuestra forma, como sociedad, de percibir la feminidad. Es una visión patriarcal que honra la religión de la banalidad impulsada por el capitalismo que yo me rehuso a aceptar. Por eso pinto mujeres en la urbe, mujeres grandes que representan otras dimensiones: místicas, naturales, sentimentales, que no están a la venta.
¿Cuál es el principal desafío con el que te enfrentas?
Creo que el miedo. Desde el miedo a las alturas (aunque suene gracioso) hasta el miedo a no poder hacerlo bien. Pero cada vez que logro domar un muro salvaje siento un enorme placer que funciona como gasolina para el siguiente.
Además del miedo, está la falta de un pago de honorarios justo para los pintores. Siempre lucho contra la precarización del trabajo y para cerrar el machismo que existe en el medio.
¿Alguna recomendación para los interesados en seguir tu camino?
¡Que se lancen! no es un camino fácil y es muy impredecible, pero si sienten una pulsión verdadera por hacerlo, no hay otra alternativa, y cuanto antes mejor, porque toma tiempo y trabajo. Las rodillas duelen después de los 27.
- Revisa más de su trabajo, en su cuenta de instagram @veraprimavera
